Concertinas allí, refugiados aquí
“La solidaridad es la ternura de los pueblos” Pablo Neruda.
El capitalismo es salvaje, es puro gore, es sangriento y depredador. Y no son afirmaciones gratuitas, son realidades palpables en la cotidianidad. Esta forma de producir, de consumir, de vivir que ha secuestrado y colonizado nuestros cuerpos y nuestras relaciones, nos convierte a todas en mayor o menor nivel en verdaderxs lobxs para con nuestrxs congéneres. Justificándose y legitimándose la guerra, el odio, y el racismo, permitiendo el fascismo institucional y el de baja escala en nuestros barrios y pueblos. Una guerra en Egipto supone un incremento de novecientos turistas ingleses engullendo felices y sonrientes pescaitos fritos en los chiringos de la Costa del Sol. Un pepinaco de un Tomahawk de un avión estadounidense que salió de la base militar de Rota, que por error impactó en una escuela, son millones de euros para las constructoras europeas que contratarán los gestores, o si lo prefieren dictadores aparentemente democráticos puesto a golpe de euros y dolares en el trono del país de turno. Es la Globalización, baby, nos dicen. Con dos vasos de aguita, potae de arroz con habichuela para toas, les diría mi abuela. Si no hubierais “rescatado” los bancos... les diría yo.