Microvictoria clandestina en La Casa Karakol

En uno de los mails que la inmobiliaria enviaba decía literalmente “Sin que sirva de precedente”. Justo eso pretendemos sacando estas letras, que la historia de La casa Karakol, aun por minúscula sirva de pequeño referente, de nuestras “microvictorias”. Cuando en un conflicto en el que la otra parte es mucho más poderosa, dice: “Sin que esto sirva de precedente”, es que estamos ante una concesión importante, hemos arrancado un cacho de ladrillo donde antes había un muro abriéndose una grieta por la que vislumbrar nuevos horizontes.

El muro empezó agrietarse, hace mucho, hace más de 20 años, cuando Zambra Málaga decidió conscientemente hacer vida en Palma-Palmilla. Un distrito marginado, el 7º más “chungo” de to el estao español según las estadísticas oficiales, por el ayuntamiento y que sirve bien a una idea urbanística de ciudad escaparate donde los barrios periféricos son un vertedero de aquello que la reluciente costa y el centro histórico expulsa a través de la turistificación.

Hace 4 años, un día cualquiera llega un comentario “sin importancia”, la casa de al lado se queda vacía, es de un banco... son situaciones cotidianas que se dan por el estar. ¿De un banco? Y cuantas miles de casas acumulan ¿Para que? Para especular con ellas. Hay que Okuparla, recuperarla para satisfacer las necesidades y no para que unos pocos privilegiados sigan forrándose a nuestra costa. Okupamos, por necesidad, okupamos por justicia, okupamos para cuidarnos, okupamos para sobrevivir, okupamos contra la especulación y el negocio, okupamos por todas las desposeidas de nuestra tierra, okupamos por cada vez que nos marginaron y nos desalojaron, okupamos para resistir y para soñar...

Hay quien cree que okupar es una patada en la puerta, sin embargo tal y como lo vemos nosotras eso solo es una de las acciones directas que tiene sentido dentro de una larga en una historia de importantes cuidaos con las vecinas, especialmente cuando hablamos de barrios periféricos y marginados. Son muchos tés, cafés, visitas... y hasta decorar juntas el bloque, para abordar con ternura y honestidad los problemas que nos atraviesan. Y la okupación tiene respaldo con el pensamiento de para que se la quede un banco de mierda mejor para la vecina conocida que no tiene donde ir en estos tiempos “difíciles”.

Resistir, cuidarse, convivir, gestionar, resolver conflictos, formar un proyecto común, tomar decisiones desde la horizontalidad y de forma colectiva... son años de incertidumbre, de mucha vida, de cariño, y de experimentar nuevas formas de relacionarse, de repensar las lógicas del mardito mercao. Por la casa Karakol viven fijas en estos 4 años unas 10 personas, pero por ella han podio pasar más de 50 amigas que han necesitado de una cama.

Hace 2 años llego el primer juicio por la vía penal, es conocido que es normal que intenten tirar a la gente a la calle por esa vía porque los bancos, inmobiliarias y grandes tenedores saben que es la más rápida, La casa Karakol gana porque la abogada conoce bien el paño y desvía el caso a la vía civil. Al poco tiempo llega el nuevo juicio. ¿Esta todo perdió? En la teoría y según sus lógicas si, pero es ahí donde los colectivos sociales nos arremangamos y luchamos. Diseñamos una campaña de lucha, con acciones en la calle y en las redes, convocamos a colectivos, explicamos los medios que se interesan por el caso... No se trata tanto de salvar la casa como de usar la casa como una excusa para denunciar a los responsables de la especulación inmobiliaria. Por eso todos nuestros comunicados, acciones, denuncias... son dardos que intentan ir siempre al centro de la diana del Santander, Limara, Fidere, Blackstone, Alquilovers... a la par que intentamos desenmascararlas en el entramao mafioso que tienen montao.

A nivel de grupo nos marcamos un objetivo mínimo pero alcanzable para nuestras fuerzas, llegar a negociar algún tipo de contrato de alquiler social. En este caso la propietaria era Santander, hasta que le vendio la vivienda a Limara Inversiones Inmobiliarias. Todo un entramado de fondos buitres al que le dedicamos una acción. Es cierto que negociar un alquiler social es un objetivo muy de mínimos, pero es importante alcanzar metas pequeñas con las que poder seguir resistiendo. Además por eso mismo porque crean un precedente, abren camino donde antes solo había muros. Hablar de un alquiler social en Málaga significa arrancarles mes a mes al mercado de la vivienda al menos unos 200 euros.

Tras las acciones, en Málaga con Stop Desahucios Málaga y en el Prat de Llobregat (en la sede Limara) con los colectivos en lucha por la vivienda de allí, con los colectivos de allí. Los especuladores sueltan un contrato, lo leemos, en realidad seria más justo decir que estudiamos pormenorizadamente aquel galimatias de abusos. Le peleamos las clausulas que nos parecen más terribles, en algunas conseguimos que cedan, en otras no. Nos quedan 7 años de pelea para mejorar o cambiar las condiciones de ese contrato leonino, no pensamos ser alquilinas domesticadas.

Hoy 25 de Enero, La Karakol, un espacio de cuidaos en el distrito de La Palma-Palmilla (Málaga), regulariza su situación, no es que nos fascine dejar de estar okupando ya que creemos que hay viviendas para poder vivir bien todas pero intentamos sobrevivir en este estercolero capitalista patriarcal colonial y menos nos gusta los desahucios y regalarle al mercao otro espacio para su especulación. Hoy en La Karakol empezamos una nueva etapa, con otros pasos, siempre lentitos hacia horizontes de justicia social. Vivimos esta firma no como una rendición sino como una microvictoria, que nos da fuerzas para seguir luchando por el DERECHO A LA VIVIENDA. Poco se habla de estas microvictorias, y pocas veces lo pueden contar quienes las viven, por eso queremos compartir estas letras de celebración con todos los colectivos y compañeras que la hicieron posible.

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